Me cabe una ciudad en las manos…
Me cabe una casa grande
y tu presencia que deambula
cotidiana en la cocina,
que navega con rumbo un pasillo
abierto de luz monacal.
Me cabe tu risa y la lluvia
que baña lentamente al limonero;
la calma, el entrañable jersey
que defiende tu cuerpo de diciembre.
Me cabe tu voz y el peso tierno
de tus años en el alma…