RODAR EL HUEVO, UNA TRADICIÓN HUETEÑA NADA ORIGINAL

1024 768 Rosario Tovar

Una de la costumbres de Huétor-Vega que siempre me ha parecido más peculiar es la del “Rodar el huevo”, que se lleva a cabo el 25 de abril, día de san Marcos. La tradición, tal como la recuerdo de la infancia, consistía en una merienda campestre en la que no podían faltar los huevos cocidos; y el momento más divertido de la misma era cuando tocaba ”rodarlos”. Para ello sólo se necesitaba un terreno en pendiente –no excesiva, si querías conservar la integridad del huevo- y desnudo de vegetación –si querías encontrarlo-, y dejarlo rodar por ella hasta que se cascase. Después, te lo comías entre risas, pues rara era la vez que alguno de los huevos rodantes no terminaba estrellado, perdido o inaccesible a la mano de su dueño por la razón que fuera. El anecdotario en este sentido sería extensísimo si preguntáramos a todos los hueteños que en su día disfrutaron o aún disfrutan de esta costumbre. Esta que escribe, como hueteña que es, tiene la suya. Con ella aprendió en una ocasión, tras ver su huevo partido en dos y la yema rodando cuesta abajo, que a la merienda de San Marcos hay que llevarse más de un huevo, y que, afortunadamente (quizá obra del santo al ver mi cara de desolación), algunos tienen dos yemas.

El 25 de abril no era día festivo en Huétor, pero recuerdo que no había clase por la tarde, en aquellos tiempos en que la jornada escolar incluía horarios vespertinos. Incluso en alguna ocasión la excursión al campo fue organizada por las Escuelas, cuyos profesores llevaron a toda la patulea de chiquillos a los pinos cercanos al Contadero. Me consta que esto se ha repetido en generaciones posteriores.

Aparte del Contadero, otros lugares preferidos para la merienda eran la Era empedrada, La Casería, las Huertas, la Zona de Colinas Bermejas u otras cercanas a Monachil. De cualquier modo, en los años 70 no había que andar mucho fuera del centro de Huétor para encontrarse en pleno campo, por lo que muchas familias dejaban a sus niños y niñas que se fueran en grupos a disfrutar de la merienda. Estremece pensar que gran parte de estas zonas son ahora casco urbano.

Con el paso del tiempo esta tradición tan entrañable del pueblo, que se celebraba ya en la juventud de nuestros abuelos, ha ido cayendo en desuso. No son muchos los menores de veinte años que sepan de ella o la hayan disfrutado en alguna ocasión. De hecho podría decirse que es más conocida por los que vivimos la infancia antes de los 80. Afortunadamente aún existen familias y grupos en el municipio que organizan celebraciones del día de San Marcos al puro estilo tradicional. Por mencionar alguno, la Asociación de Mujeres Vesci.

Siempre había creído que la originalidad de esta fiesta se ceñía a nuestra zona: Huétor Vega y los pueblos del Río Monachil; pero lo cierto es que la festividad de San Marcos es una de las más arraigadas en el territorio nacional, sobre todo en Andalucía y las dos Castillas. Y en la mayoría de los casos la celebración de la misma se lleva a cabo a través de romerías y meriendas campestres colectivas en las que se repiten dos elementos culinarios esenciales: los huevos y las rosquillas. Los primeros, sólo cocidos o en hornazo (bollos de aceite horneados con un huevo dentro), y las segundas, bendecidas en honor a San Marcos.

Las rosquillas suelen darse en romerías dedicadas al Santo, con o sin procesión, donde se bendicen y se reparten entre los asistentes para la protección de la familia y, en muchos casos también, de los animales de labranza y ganado, que en algunos municipios incluso procesionan junto al Santo, pues se considera a éste su protector. Esta tradición es más común en los pueblos de la Sierra y la Alpujarra almeriense.

Más pagana es la tradición de la merienda, donde el huevo o el hornazo son comunes. En Granada es muy típica de los pueblos de la Vega, aunque se da en la mayor parte de la provincia, incluidas las limítrofes.

Lo que diferencia unas celebraciones de otras es el elemento característico de la fiesta, es decir, qué se hace de especial en ella. Así, por ejemplo, en Huétor-Vega y en otros pueblos de la Mancomunidad Río de Monachil, la costumbre es “rodar el huevo”, como ya hemos dicho. En Monachil, además, éste suele pintarse y decorarse.

En otros municipios de la provincia, como Agrón y algunos de la Vega, la tradición es estrellar el huevo en la frente de alguien, al que habrá que pillar desprevenido y golpearlo, en lo posible, con extremo más grueso del huevo, que es por donde menos daño hace (habría que ver cómo están las cabezas al día siguiente).

En Moraleda de Zafayona van mucho más allá y directamente lo convierten en un arma arrojadiza, o sea, una divertida guerra de huevos.

Otra costumbre típica de San Marcos, en la que el huevo -a pesar de estar presente en los hornazos- pierde su protagonismo, es la de “atar los cuernos o el rabo al diablo” y consiste en elegir un matojo, por regla general jaramargo o retama, y hacerle un nudo al tallo. Con ello se protege del mal a la persona que lo lleva a cabo. Esta tradición es típica de algunos pueblos como Loja e Illora, dándose también en la provincia de Córdoba y Jaén.

A pesar de que la peculiar costumbre de “rodar el huevo” no está muy extendida fuera de nuestra zona, si se produce en algunos pueblos de Castilla, como San Cristóbal de Cuellar (Valladolid), por mencionar alguno, con la particularidad de que no se celebra el día de San Marcos, sino el Domingo de Resurrección.

Sea como sea, para nosotros los hueteños siempre será muy especial nuestro nada original  Día de rodar el huevo.